Estamos en septiembre. Vuelta de las vacaciones. Vuelta a la rutina y a la idea de seguir dietas. De adelgazar lo ganado en verano.
De los meses más vulnerables para caer en el marketing de las dietas milagro:
- Comer una vez al día.
- Beber agua con limón y jengibre.
- La dieta keto.
- Evitar los carbohidratos a toda costa.
- Aumentar el consumo de proteínas, sin saber ni siquiera de donde salen.
- Has perdido el sentido de tu vida.
- Beber el café de la mañana con aceite de coco.
- Smoothies a todas horas.
- Las dietas más sonadas de las famosas y las revistas.
- …
Y así una lista interminable. Una lista sin fin. Una lista que se olvida de lo más importante: La salud física y mental.
Cuando tienes en cuenta únicamente perder peso te olvidas de:
- Pasar hambre no es saludable.
- Los kilos no definen quién eres.
- Las dietas mágicas no existen y además no son saludables.
- Cubrir las necesidades diarias de nutrientes.
- Quererte y cuidarte.
- Respetarte y aceptarte
Pregúntate:
¿Qué es lo que de verdad quieres?
¿Qué es lo que de verdad necesitas?
Te propongo que te mires al espejo y dejes de lado el juicio, cogiéndote de la mano y teniendo en cuenta la autocompasión. Que tu objetivo sea comer sano, sin pasar hambre, sin hacer barbaridades y haciendo actividad física.
Que frente al espejo te veas a ti, te abraces fuerte y dejes de torturarte.
Te propongo que septiembre deje de ser el mes de las dietas y retos para ser el mes de la RECONCILIACIÓN CONTIGO.
De la unión de la salud física y mental, dejando de lado la belleza irreal. Que septiembre sea el mes de sentirse bien con uno mismo, cuidarse y quererse, independiente del peso, la talla de pantalón o los centímetros de cadera.